Relato de un testigo ocular

Entrega de suministros médicos

El padre Enzo es sacerdote pasionista, quien vivió 5 años en Haití a partir del 2014, para ofrecer asistencia espiritual y programas de formación a los niños, jóvenes y familias más vulnerables de Haití. Colaboraba muy activamente con la Fundación St. Luke y NPH Haití. A raíz del terremoto regresó a Haití para ayudar a los damnificados por el seísmo.

Queridos amigos,

Como todos sabéis, el pasado 14 de agosto, el suroeste de Haití fue golpeado por un terremoto de magnitud 7,2. Inmediatamente empaqué mis cosas y tomé el primer vuelo disponible para bajar y tratar de dar asistencia a este país que ha sido mi hogar durante 6 años.

Padre Enzo con un niño haitiano

El 16 de agosto, junto con el padre Rick Frechette, un sacerdote, un médico y miembros haitianos de la Fundación San Luke para Haití, fuimos a la zona de Les Cayes para evaluar la situación y entregar suministros médicos a los heridos.

Bloqueos de calles por gangs

El viaje en sí fue un reto. Desde Puerto Príncipe hasta Les Cayes hay que conducir a través de Martissant, una zona controlada por gangs. Parece una zona de guerra, con coches quemados bloqueando las calles, y vehículos blindados de la policía a lo largo de la carretera principal intentando proteger el paso.

“Somos víctimas”

Una vez que pasamos Martissant, pensamos que el resto del viaje iba a ser seguro. En cambio, nos encontramos con otros tres bloqueos de carretera hechos con ramas y piedras en Aquin, Saint-Luis-du-Sud y Cavaillon. Hombres armados con carteles que decían “nou se victim” (somos víctimas) rodearon nuestros coches en busca de comida y dinero.

Aunque pudimos pasar porque vieron que sólo llevábamos material médico, no se permitió el paso a los vehículos de la OMS y el UNICEF.

En cada control de carretera nos deteníamos y caminábamos para hablar con cada grupo y escuchar sus necesidades y razones. No es fácil de explicar, pero uno de los puntos principales era que toda la ayuda va siempre a los principales centros urbanos y apenas llega a los lugares remotos.

Un grito desesperado

Intentamos decirles que esta forma de actuar no es ciertamente la solución, pero pude entender su grito desesperado y les prometimos que intentaríamos ayudar a los afectados por el terremoto también en esas zonas más rurales.

Devastación en el campo

El cartel “nou se victim” sigue presente en mi mente. Después de llegar a Les Cayes y entregar material médico a las clínicas locales, decidimos adentrarnos en las montañas hasta llegar a lugares a los que sólo se puede llegar en mula o a pie. Mientras atravesábamos las montañas nos dimos cuenta de lo fácil que es dejarse engañar por lo que parece desde la carretera principal y los centros. Nos encontramos con lugares en los que el terremoto y la tormenta han provocado desprendimientos en las casas mal construidas (normalmente hechas sólo con algo de madera y barro), están totalmente destruidas y arrastradas por la corriente, y, lo que es más sorprendente, vimos de primera mano las numerosas víctimas y heridos entre los habitantes.

También me conmovió la historia de una niña que quedó enterrada en los escombros hasta el cuello y cómo los vecinos pudieron sacarla con las manos desnudas bajo la lluvia torrencial.

Lo que más necesitan y desean con urgencia es un techo.

Padre Enzo

Al hablar con muchas personas nos dimos cuenta de que lo que más necesitan y desean con urgencia es un techo. En estas situaciones, el enfoque más humanitario de la ayuda no es necesariamente médico, y no se trata de construir ciudades de tiendas de campaña, sino de ayudarles a poner techos a sus casas existentes.

También he estado en contacto diario con monseñor Decoste, obispo de Jeremie, y he podido visitarle, así como más lugares afectados por el terremoto.

Serví aquí durante dos años para ayudar después del huracán Mathew en 2016 y me rompió el corazón ver cómo todo parecía como si las cosas volvieran a su sitio después de ese huracán.

Muchas iglesias, centros parroquiales, escuelas y clínicas quedaron completamente destruidas.

El Obispo está buscando la manera de reconstruirlos porque estos lugares son más que lugares de culto, de atención a los enfermos y de educación: son signos de esperanza que fomentan la solidaridad entre los ciudadanos y les permiten sobrevivir y prosperar por sí mismos.

Quiero expresar mi profunda gratitud a quienes se pusieron en contacto conmigo para preguntarme por la situación y asegurarme sus oraciones.

Los haitianos no se rinden

A pesar de la nueva ola de COVID, del asesinato del presidente, de la escalada de la delincuencia y los secuestros, del cansancio económico por el alto coste de la vida, del terremoto, de la tormenta tropical, nuestros hermanos y hermanas haitianos nunca se rinden y siempre me sorprende su esperanza y su gratitud hacia Dios.

Con la pérdida de sus hogares y de sus vidas, a la pregunta “¿Cómo estás?”, su respuesta es siempre “Gras a Dye” (Gracias a Dios). A veces podemos olvidar lo bendecidos que somos y que debemos estar agradecidos a Dios.

Estoy seguro de que una muy buena manera sería ayudando a nuestros hermanos y hermanas haitianos.

¡Paz!

Padre Enzo

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