Rubí: El Poder de una Familia, la Fuerza de un Sueño

Con tan solo 22 años, Rubí* se ha convertido en un ejemplo de superación, vocación y esperanza. Su historia es reflejo de cómo el amor incondicional, la seguridad y las oportunidades que brinda NPH pueden transformar profundamente una vida.
* El nombre ha sido modificado por motivos de privacidad.

Uno de los pilares fundamentales en la familia de NPH es el amor incondicional. Este, junto con la seguridad y el acompañamiento, crea un entorno donde niños y niñas no solo pueden sanar, sino también crecer, aprender y soñar con un futuro donde ellos mismos se conviertan en agentes de cambio. La historia de Rubí* es un testimonio inspirador de cómo estos pilares dan frutos.

Mi nombre es Rubí, tengo 22 años y estoy feliz de contarles un poco sobre mi vida en la familia de NPH El Salvador”, comienza relatando esta joven estudiante de enfermería. Su historia con NPH empezó cuando tenía solo 4 años, junto a su hermano y hermana. Habían vivido bajo el cuidado de su padre, quien, haciendo el rol de madre, luchaba por sacar adelante a su familia. Pero la vida, a veces injusta, lo llevó a enfermar, y fue entonces cuando la hermana mayor de Rubí, con apenas 19 años, tomó la difícil decisión de buscar acogida para los tres.

Rubi estudia actualmente la carrera de Técnica en Enfermería

Fue así como Rubí llegó a NPH, donde, aunque al principio todo era nuevo y desconocido, con el tiempo encontró un espacio de pertenencia. “Extrañaba mucho a mi papá”, recuerda, “pero poco a poco me adapté y me sentí tranquila y amada”.

Su infancia en NPH estuvo llena de aprendizajes y primeras veces: aprender a leer, tener compañeras con quienes compartir risas, descubrir su amor por materias como el inglés y la caligrafía, y, sobre todo, recibir el afecto constante de quienes la rodeaban. “Mi maestra de tercer grado fue muy especial para mí. Me daba consejos, cariño y palabras amables como si fuera una madre”.

Gracias al amor recibido, Rubí no solo desarrolló habilidades académicas, sino que fortaleció su autoestima y sentido de propósito. Hoy cursa el tercer año de la carrera de Técnico en Enfermería, motivada por su deseo profundo de servir y aliviar el dolor de los demás. “Desde pequeña quise ayudar a las personas. La enfermería es para mí una vocación que requiere amor, servicio y responsabilidad. Es imposible recorrer un hospital sin hacer todo lo posible por salvar una vida”.

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A pesar de los obstáculos, entre ellos enfrentarse al escepticismo del mundo exterior, Rubí ha sabido mantenerse firme en sus convicciones.A veces, hay personas que no creen en tu potencial. Pero he aprendido a no rendirme y a seguir adelante, gracias a Dios y al apoyo que he recibido desde niña”.

Su sueño es claro: seguir formándose, ayudar en más lugares y ofrecer sus conocimientos en una clínica. Y su agradecimiento es profundo: “Gracias a los bienhechores de NPH por su generosidad. Gracias por creer en nosotros y darnos una oportunidad”.

Historias como la de Rubí nos recuerdan que cada niño y niña merece crecer en un entorno lleno de amor, dignidad y oportunidades. En NPH, cada historia de vida es también una historia de esperanza.

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