Ignacio aterrizó en Republica Dominicana en enero de 2018 para embarcarse en una experiencia única. Como voluntario vive en la casa de NPH y comparte sus días con los más de 300 niños. Ahora ya han pasado 7 meses desde que llegó a este país Caribeño a vivir con NPH, que parece ha robado el corazón de Ignacio:
Estoy enamorado de mi trabajo. Los niños especiales me han robado el corazónEn una valoración general de mi tiempo aquí es que ha sido muy bueno, con altibajos pero muy bueno al fin y al cabo. Recuerdo cuando llegué lo perdido que estaba, lo raro que se me hacían los niños… Por poner un ejemplo, soy voluntario de la Casa San Miguel, que es donde están los niños de entre 15 y 18 años. Cuando llegué era el centro de atención y pasados un par de meses era invisible. Ahora simplemente no soy su voluntario, ahora soy uno más de ellos y lo disfruto cada día. Estoy enamorado de mi trabajo. Los niños especiales me han robado el corazón y darles los buenos días es un regalo de Dios. Obviamente siempre hay cosas que mejorar, como por ejemplo la visión que tienen las cuidadoras de los voluntarios, pero nada es perfecto.
