Ser Fisioterapeuta en NPH Guatemala

Claudia tiene 22 años y acaba de volver de su voluntariado como fisioterapeuta en NPH Guatemala después de 5 meses. Una experiencia que, como ella misma dice, “ha dejado una impresión duradera en mi corazón“.

En 2023 Claudia se graduó como fisioterapeuta en la Universidad Blanquerna de Barcelona. “Mi interés siempre ha estado en el ámbito de la fisioterapia pediátrica y neurológica, con la intención de especializarme en el futuro.” – explica Claudia.

A pesar de mi deseo de hacer voluntariado, no pude encontrar la oportunidad adecuada mientras completaba mis estudios. Fue cuando descubrí la posibilidad de unirme a NPH después de mi graduación, que no dudé ni un segundo en aprovechar esta oportunidad.

¿Cómo conoces NPH? ¿Y qué te lleva a aplicar a hacer un voluntariado?

Conocí NPH gracias a una amiga de mi madre. Le comenté sobre mi deseo de hacer voluntariado, y ella me recomendó NPH. En julio del 2023, asistí a una cena benéfica en Barcelona donde pude conocer más sobre esta organización, escuche todos los testimonios, y me fascino la misión que tiene NPH. Fue allí donde decidí que era la oportunidad que había estado esperando.

¿Cómo fue la llegada a NPH Guatemala? ¿Qué fue lo que más te sorprendió?

La experiencia de mi llegada a NPH Guatemala fue extraordinaria y dejó una impresión duradera en mi corazón. Al ingresar a las instalaciones, participé en una actividad que incluía a toda la escuela, tanto a los niños residentes en NPH Guatemala como a aquellos que asistían solo durante el día. Lo que más destacó en ese momento fue la calidez y el afecto con los que todos, tanto los niños como los empleados, me recibieron. Los abrazos sinceros y llenos de cariño que recibí no solo fueron un gesto amable, sino que también se convirtieron en una fuente de energía reconfortante. Inmediatamente, sentí que formaba parte de algo especial, como si hubiera encontrado una segunda casa.

La hospitalidad y el afecto incondicional que experimenté desde el principio fueron conmovedores. Cada abrazo, gesto y sonrisa contribuyó a forjar una conexión significativa con todos ellos, marcando el comienzo de una experiencia única y enriquecedora.

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¿Cómo era tu día a día como voluntaria en NPH Guatemala?

Mi día a día como voluntaria en NPH Guatemala seguía una rutina intensa pero gratificante. Comenzaba mi jornada a las 8:00 a.m., dedicando mis mañanas a trabajar con niños con discapacidad hasta la 13:00 p.m. Este período incluía sesiones de terapia diseñadas para atender las necesidades específicas de los niños.

Después disfrutábamos de un almuerzo compartido, proporcionando un espacio de conexión y convivencia con las demás voluntarias. Posteriormente, regresaba al trabajo a las 13:00 p.m., continuando con las terapias destinadas a brindar el apoyo necesario a aquellos niños que más lo requerían. Por las tardes, mi enfoque se dirigía al tiempo compartido con los niños, centrándome particularmente en el hogar “Divino Niño“, que acoge niños del programa residencial. Las actividades incluían desde la cena compartida hasta juegos, asistencia en las tareas escolares y la participación en diversas actividades recreativas. Esta interacción estrecha me permitía conocer más de cerca las personalidades únicas de cada niño.

Los fines de semana constituían momentos especiales, ya que participábamos en diversas actividades con todos los niños de la comunidad, fomentando un ambiente de diversión y aprendizaje. Además, cada dos fines de semana, disponíamos de tiempo libre, y con el grupo de voluntarias, teníamos la oportunidad de explorar y viajar, ampliando así nuestras experiencias más allá de las instalaciones del hogar.

¿Cómo fue la convivencia con el resto de voluntarios?

La experiencia de convivencia con las demás voluntarias fue muy enriquecedora. Aunque algunas de ellas ya habían formado lazos durante varios meses, desde el primer momento me sentí completamente acogida por el grupo. La solidaridad entre nosotros resultó ser esencial, ya que compartíamos no solo el mismo espacio y responsabilidades, sino también las experiencias únicas y desafíos inherentes a nuestra labor voluntaria.

La conexión que se formó entre nosotros no solo se limitó a la colaboración en nuestras tareas diarias, sino que trascendió hacia un apoyo mutuo incondicional. Compartir vivencias similares nos permitió comprender y empatizar entre nosotras, creando un vínculo especial que iba más allá de la simple convivencia. Estas amistades no solo se convirtieron en compañeras de voluntariado, sino que se transformaron en una extensión de mi familia en ese contexto.

¿Cómo fisioterapeuta cuáles fueron los casos más comunes? ¿Qué desafíos encontraste?

Como fisioterapeuta, mi labor se centró principalmente en atender las necesidades relacionadas con la movilidad en niños con discapacidad. Los casos más comunes que enfrenté implicaban dificultades motoras y limitaciones en la capacidad de movimiento de estos niños, lo que requería intervenciones terapéuticas específicas. Abordar estos desafíos implicaba diseñar y ejecutar programas de terapia personalizados, adaptados a las condiciones y capacidades individuales de cada niño. La mejora de la movilidad no solo era una meta terapéutica, sino también un elemento clave para favorecer la calidad de vida de los niños atendidos.

Además, uno de los desafíos más significativos que enfrenté como fisioterapeuta fue la gestión de comportamientos agresivos en algunos de los niños con discapacidad. Este desafío me brindó una valiosa oportunidad de crecimiento profesional y personal, ya que me permitió desarrollar habilidades para la gestión de conductas desafiantes, así como aprender a establecer conexiones significativas con los niños, superando las barreras emocionales que pudieran surgir.

¿Cómo describirías tu experiencia en NPH?

Mi experiencia como voluntaria en NPH ha sido verdaderamente extraordinaria y enriquecedora. La dificultad de expresar con precisión todas las emociones que atravesé durante este tiempo refleja la profundidad y la complejidad de las experiencias vividas.

La conexión y el amor que experimenté al interactuar con los niños de NPH fueron más allá de cualquier expectativa. No solo tuve la oportunidad de aplicar mis conocimientos en fisioterapia, sino que también fui testigo y partícipe de una red de apoyo y afecto que se extendía por toda la comunidad. Me sentí muy acogida y comprendida, formando parte de una familia maravillosa.

La experiencia no se limitó a la práctica de la fisioterapia, también me permitió sumergirme en un ambiente lleno de valores como la amabilidad, la empatía y la solidaridad. Cada día me brindaba la oportunidad de aprender lecciones valiosas, no solo sobre el campo de la salud y la rehabilitación, sino también sobre la importancia de la generosidad y la compasión en la vida cotidiana.

Además, la experiencia en NPH me proporcionó una nueva perspectiva sobre la verdadera valoración de lo que tenemos en casa. Al sumergirme en una realidad diferente, aprendí a apreciar más las pequeñas cosas y comodidades que a menudo damos por sentado en nuestra vida diaria.

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¿Qué le dirías a otras personas que estén pensando en hacer un voluntariado?

A aquellos que están contemplando la posibilidad de embarcarse en una experiencia de voluntariado, les compartiría con sinceridad que, a pesar de los desafíos que implica abandonar el entorno familiar durante varios meses, la experiencia que les espera puede transformar sus vidas de manera profunda y significativa. Personalmente, agradezco enormemente haber superado los miedos iniciales que pudieron haberme surgido y lanzarme a esta aventura.

El acto de dejar atrás la comodidad de casa se presenta como un desafío, pero es precisamente este paso fuera de la zona de confort lo que brinda la oportunidad de sumergirse en una realidad diferente, descubrir nuevas perspectivas y crecer a nivel personal y profesional. La riqueza de la experiencia de voluntariado no solo radica en el impacto positivo que puedes tener en la comunidad que sirves, sino también en la profunda transformación que experimentas como individuo. La apertura a nuevas culturas, la conexión con personas diversas y la participación activa en proyectos de ayuda te brindarán una visión más amplia y enriquecedora de la vida. Aunque puede resultar desafiante al principio, la recompensa de contribuir al bienestar de los demás y la gratificación personal que se obtiene son invaluables.

La experiencia de irte de voluntariado a NPH no solo es una experiencia maravillosa por todo lo que te da la familia de NPH, sino también en un capítulo fundamental en el desarrollo de uno mismo. Las lecciones aprendidas, las conexiones establecidas y el impacto positivo generado dejan una marca muy bonita en tu vida.

¿Qué momentos destacarías de tu experiencia?

En el transcurso de mi voluntariado en NPH Guatemala, un momento que resalta especialmente en mi memoria es el día de mi despedida. Este evento se reveló como una experiencia de una intensidad emocional muy fuerte. Ya era consciente de la conexión tan bonita que se había creado con cada uno de ellos, pero en ese momento fue cuando realmente me acabe de dar cuenta. Me sentía muy orgullosa al pensar sobre la contribución de amor y asistencia que había brindado, pero lo que recibí de estos niños resultó ser aún más significativo. Al despedirme, me di cuenta de que se habían convertido en mi familia.

Además, entre los momentos más especiales que viví durante mi voluntariado, quiero compartir la experiencia de apadrinar a uno de los niños. La reacción del niño al enterarse de que sería su madrina fue un instante mágico y conmovedor que quedará grabado en mi memoria para siempre.

En resumen, mi participación en NPH Guatemala no solo fue enriquecedora, sino también transformadora, dejando una huella imborrable en mi corazón. Los vínculos afectivos y las experiencias compartidas durante mi tiempo como voluntaria no solo reforzaron mi compromiso con el servicio, sino que también consolidaron una conexión duradera con la comunidad y los niños que ahora considero parte esencial de mi vida. Este capítulo de mi voluntariado ha dejado una marca muy bonita, recordándome la importancia de la empatía, el amor y la dedicación en el servicio a los demás.

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