Durante toda mi vida he querido hacer un voluntariado. Desde bien pequeñita. Tuve la suerte de conocer NPH España. Me dieron la posibilidad de hacer un proyecto en contrato y estar 3 meses en Guatemala. Guatemala? Esa fue mi primera impresión al decirme mi destino. No sabia qué había allí, como era ese país, todo un misterio para mi. Al cabo de unos meses ya partía rumbo hacia allí. El 28 de julio entraba por la puerta de NPH. Todo lo que vi fue increíble. Niños y más niños, todos con una sonrisa de oreja a oreja. No me pudieron acoger mejor, me sentía como en casa. Me ubiqué durante una semana conociendo a muchísima gente muy interesante, y lo mejor de todo, los pequeños que residen en NPH. Todos son personas increíbles.
Mi experiencia ha sido enriquecedora, en todos los sentidos. He crecido como persona y profesionalmente. He visto otras perspectivas de la vida, opiniones y comentarios muy distintos a mi. He visto pobreza extrema con mis propios ojos, queriendo aportar así, un granito de arena en absolutamente todo lo que pueda. He disfrutado de cada momento, participando en las miles de actividades que organizan dia a dia para los pequeños. Los niños y niñas son increíbles y necesitan muchísimo cariño. Dan abrazos y besos con tan solo un poco de cariño. Ellos necesitan personas que vengan con mucho amor para darles.
Estar en NPH Guatemala me ha cambiado la visión de todo lo que creía querer y tener. Cada persona que conocí, cada persona que se me acercó fue especial y he aprendido a valorar que valores y principios merecen realmente la pena. Me llevo AMIGOS y con mayúsculas, personas increíbles que me han cuidado y valorado hasta el último segundo.
Una experiencia totalmente recomendable para ver más allá de lo que estamos acostumbrados a ver. Volveré, sin duda alguna.
He sido FELIZ y LIBRE allí, esos abrazos daban la vida. Todo esfuerzo había merecido la pena por una sonrisa de los pequeños.